A lo largo de su prodigioso poema, Lucrecio nos conduce a través de una naturaleza que en sí misma es poética, a la vez que nos invita a habitarla poéticamente y a tener presente que su contemplación es un ejercicio de la filosofía que busca alcanzar la tranquilidad del alma. Un ejercicio poético de la filosofía que, al tiempo de mostrarnos la visión admirable del todo y de sus partes, busca hacernos capaces de enfrentar con jovialidad el azar de la naturaleza, aunque también el temor, las tinieblas y las supersticiones, las amenazas de la religión, la muerte misma.